miércoles, 31 de enero de 2007

Lars Von Trier o la sencillez de un puñetazo


En 1960, un joven director llamado Jean-Luc Godard, sorprendio al mundo del cine con una pelicula A bout de souffle (Al Final de la Escapada), cuyo montaje lleno de vanguardismo y experimentación, rompía las reglas cinematográficas que hasta entonces habían sido la tónica general, convirtiéndose así, en el abanderado de un conjunto de directores y críticos franceses, cuyo principal objetivo era reinventar la anquilosada manera de entender la forma de hacer películas que hasta entonces se tenía, eran la Nouvelle Vague.

35 años después, otro grupo de directores, esta vez de ascendencia danesa, volvieron a reinventar el cine, basandose en la simplicidad y renunciando a cualquier tipo de artificio de producción y posterior post-producción, el desarrollo dramático de la película debía sostenerse por si mismo. Este movimiento fue bautizado como Dogma 95 y su cabeza más visible fue el director Lars Von Trier.

Von Trier ha conseguido un reconocimiento mundial unánime, y un buen número de adoradores (entre ellos yo) y detractores. Comenzó su carrera cinematográfica en 1984 con Forbrydelsens element (El Elemento del Crimen), película que ya empezó a captar la atención de la crítica alzándose con el galardón al Logro Técnico en el Festival de Cannes. Después vino Epidemic (1987) y varios trabajos para televisión, entre ellos Medea, adaptación de un guión póstumo de Carl Theodor Dreyer. Pero fué con Europa (1991) con la que consiguió destacar consiguiendo el Premio Especial del Jurado en Cannes. Después inició la trilogía de "Los Corazones de Oro" formada por Breaking the Waves (Rompiendo las Olas) de 1996, película que le consagró definitivamente y nos descubrió a una torturada Emily Watson, Idioterne (Los Idiotas) de 1998, que junto a Festen (Celebración) es la película más importante del movimiento Dogma y la "americana" Dancer in the Dark (Bailar en la Oscuridad) de 2000, con la que consiguió la Palma de Oro en Cannes además del premio a la Mejor Actriz conseguido por la cantante Björk.

Actualmente, Lars Von Trier está inmerso en una nueva trilogía sobre la sociedad estadounidense "América, País de las oportunidades", de la que hemos podido disfrutar ya dos impecables entregas Dogville (2003) y Manderlay (2005). Como curiosidad cabe destacar que Von Trier jamás había pisado suelo americano debído a su pánico a volar.


El cine de Von Trier se ha destacado por la tortura existencial a la que se ven sometidos sus personajes y la habilidad para remover la conciencia del público, sin ningún tipo de artificio y con una portentosa imaginación. Siempre fiel al manifiesto Dogma 95, sus películas son crudas y directas comoun puñetazo cargado de realidad que te pilla desprevenido. Y las que más han sufrido en sus maquiavélicas deconstrucciones emocionales han sido las mujeres, basta recordar la atormentada y enfermiza relación de amor brutal y sexo obsesivo a que se ve sometida Bess (Emily Watson) en Rompiendo las Olas o la desnudez emocional y vital de Selma (Björk) ante los aspectos más desagradables del ser humano (avaricia, materialismo, violencia.....) en el musical Bailar en la Oscuridad. Y aunque pueda parecer que el "maltrato" de Von Trier a sus mujeres pueda resultar gratuito, podría decirse que a través del martirio al que se ven sometidas, son capaces de alcanzar un estado de superioridad moral y emocinal ante el hombre, que finalmente se convertirá en el ser débil y desvalido que era la mujer al principio de la película.

Y a santo de qué viene todo este rollo sobre Lars Von Trier os preguntaréis. Pues bien, la respuesta es fácil, porque el próximo 23 de febrero se estrenará en nuestras pantallas Direktøren for det hele (El Jefe de Todo Esto) y porque además es una comedia, genero hasta ahora virgen para el director Danés.


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