lunes, 29 de enero de 2007

La Vida de los Otros (2006) Florian Henckel-Donnersmarck


Tal y como están los precios del cine, es de agradecer que programas como el Séptimo Vicio de Radio 3 promuevan la asitencia a pre-estrenos de manera gratuita mediante una invitación. Y, conseguida la invitación, este viernes acudí al pre-estreno de Das Leben der Anderen (La Vida de los Otros), ópera prima del alemán Florian Henckel-Donnersmarck, la cual se presenta en nuestro paíscon el aval de haber sido elegida como Mejor Película Europea de 2006, dejando con un palmo de narices a Pedro Almodóvar y su Volver, además, ha cosechado multitud de galardones y ha conseguido la nominación como mejor pelicula de habla no inglesa a los Oscars.

Y haciendo una comparación (quizá algo maliciosa) entre ambas, es posible que La Vida de los Otros no tenga un acabado tan perfecto cómo Volver, en esto Almodovar es indudablemente un genio, pero a cambio de este pequeño defecto técnico, y tratando un tema tan espinoso como el que a priori trata, destila sencillez, naturalidad y un corazón inmenso, tan inmenso como su gigante director, el cual nos narra la historia de un despiadado agente de la Policía Secreta de la ex-RDA (Stasi), Gerd Wiesler (maravillosamente interpretado por Ulrich Mühe), quien ve como poco a poco, su lealtada al "Partido" se va minando en favor de la pareja a la que vigila, el escritor Georg Dreyman (Sebastian Koch) y su novia, la actriz Christina-Maria Sieland (Martina Gedeck), quienes, sin saberlo, plantaran la semilla de la duda en el agente, que irá perdiendo poco a poco su fe en un regimén moribundo (no olvidemos que la historia se situa en 1984, cuatro años antes de la caida del muro).

El trabajo de los actores es magnífico, destacando sobre todo sobre todo a los tres protagonistas, que sin ningún artificio ni alarde innecesario (aprende, Penélope) consiguen llegar al espectador mediante una intrerpretación sincera y emocionante mientras van transformando una cruda trama política en una emotiva historia acerca de la condición humana y los valores que nos mueven. A todo esto también hay que sumarle la exquisita sutileza del director, que sin profundizar más de lo necesario en los cambios que van sufriendo los protagonistas a lo largo de la cinta, los refleja a la perfección, lo cual es de agradecer, ya que a veces uno se siente algo imbécil cuando se lo dan todo masticado en una película.


Etiquetas: